martes, 18 de mayo de 2010

Una crisis anunciada




jueves, 6 de mayo de 2010

Se forraron el martes...

Lo sé, no es una buena costumbre rellenar tu propio blog exclusivamente haciendo alusiones de los demás, pero los exámenes y el trabajo no dejan para mucho más. Sin embargo, la maginífica explicación sobre los acontecimientos que tuvieron lugar el pasado martes que ofrece Antonio M. Carmona es digna de ser difundida. Por eso, desde aquí, mi humilde contribución a la explicación de cómo funciona este capitalismo feroz y de cómo quisieron unos pocos poderosos hundir a todo un país; alguien tiene que acabar en la cárcel y no es difícil saber quién está detrás de los ataques a la deuda española.


miércoles, 5 de mayo de 2010

Hay gente para todo

El pasado domingo, Juan José Millás nos deleitaba con esta perla. No he podido soportar no hacer un copia-pega íntegro:
Cristóbal Montoro, ex ministro del PP y ahora portavoz de este partido para temas económicos, pasaba por un sujeto gris. Pero la crisis parece haberle rejuvenecido.



Este hombre babea con el número de parados como el avaro saliva con el número de monedas. Uno y otro, después de cenar, sacan la llave del baúl en el que esconden sus tesoros y ponen al día la contabilidad que tanto placer les proporciona. La diferencia entre Montoro y el avaro es que éste oculta sus posesiones y disimula su dicha, mientras que aquél las expone públicamente, sin cortarse un pelo. Baila, literalmente hablando, en las ruedas de prensa en las que puede dar malas noticias. Cada parado nuevo le provoca un orgasmo. También le excitan la caída del PIB o el aumento del déficit, seamos justos, pero lo que de verdad le pone hasta extremos difíciles de entender es el aumento de la cola frente a las oficinas del Inem. Observen a la persona que en el segundo plano, a la derecha de la fotografía, se retira sonriendo, como diciendo "este Montoro".

Este Montoro, que durante los años de prosperidad pasaba por un sujeto gris, un funcionario sin gracia, un contable del montón, se ha revelado en el infortunio colectivo como un humorista de primera. Parece que en su propio partido le han recomendado que reprima las manifestaciones de alegría cuando le toque dar malas noticias. Pero no puede, es más fuerte que él, y lo entendemos. Se puede ocultar un grano, una fortuna; se puede disimular una cojera, una gripe, un ardor de estómago, pero no hay forma de encubrir la dicha, que se manifiesta en la mirada, en el cutis, en el modo de andar y de cantar bajo la ducha. La crisis le ha quitado quince años de encima. Hay gente para todo.