En el año 2008 la deducción por vivienda supuso cerca de 6.140 millones de euros (0,6% del PIB). Es decir, una cantidad similar a toda la inversión publica en I+D en ese año. Pero además, en los últimos 10 años la medida ha costado 53.000 millones de euros (alrededor del 5% del PIB). Además es regresiva, son únicamente las rentas más altas las que tienen suficiente capacidad adquisitiva para conseguir la máxima deducción que permitía la Ley (es decir, son estos lo que tienen suficientes recursos para conseguir optimizar fiscalmente al máximo).
Hay otros factores que desaconsejan su reinstauración, la deducción por vivienda hace más atractiva la compra frente al alquiler y sesga las decisiones de ahorro de los hogares hacia la adquisición de vivienda en propiedad.
La deducción no solo alimenta la creación de burbujas especulativas como la que acabamos de sufrir, además, la experiencia internacional nos muestra que la vivienda en propiedad reduce los incentivos de los trabajadores a mudarse de un lugar a otro por motivos laborales y esta reducción en la movilidad tiene efectos negativos sobre la tasa de paro.
Además existe un amplio consenso entre los economistas y los organismos internacionales en el hecho de que aumentar las deducciones por vivienda tiene un efecto directo en la subida del precio de esta.
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